Amigos.

Cuando la tarde se torna brumosa,
y un dolor etílico mancha mi esencia
siempre está esa risa contagiosa
que bien sabe atenuar mi demencia:

La de hermanos en mi adolescencia,
mis camaradas en la vida azarosa.
En mi destino está su presencia
agradable, tierna y melodiosa.

Una ruta en común hemos trazado,
y sus alientos han sido mi techo
cada vez que me he estancado.

No quiero que sean un triste pasado
y por eso yo guardo en mi pecho
a mis amigos, como los he nombrado.

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