El Triste Deseo de La Noche.

Cierta noche me preguntaron algo que no deja de molestarme. Me lo preguntó una gran amiga. Me dijo con ese dejo de inocencia que siempre ha tenido desde que la conozco:
- Si tuvieras un deseo, cualquiera ¿qué pedirías?
- De mi vida, ¿que cambiaría?-inquirí con cierta curiosidad pues eran muchas las cosas que diría.
- No, cualquier cosa, me respondió con su tierna sonrisa.

Empecé a pensar en miles de cosas, en un trabajo, dinero, carro, éxitos al por mayor. Ni uno me llenaba. Yo ya sabía la respuesta, la tenía tatuada en mi alma, lo sabía y mis pensamientos sólo habían jugado. Bailaban ante mí las palabras y también los ojos espectantes de mi amiga.

El espacio se contraía y respiró aliviado cuando contesté. - Mi pareja ideal-

Pero lo tengo todo planeado, plan que depende enteramente de los intangibles y de los momentos que no esperan, de lo incalculable. Ya sé qué es lo que quiero que pase, que sea con una mirada, ida y vuelta, que regrese mi mirada con la misma pasión y la misma intensidad. Sólo una mirada para saber que ya estamos enamorados. Luego, el tiempo pasará y al fin la encontraré. La identificaré por la mirada y a su primer sonrisa inspirada en alguno de mis chistes tontos sabré que está hecha eternamente para mí. Eso pedidría. Porque pedir dinero es de tontos, se puede hacer dinero como se quiera, y francamente se me hace una estupidez el mero concepto de dinero. Con el éxito y la trascendencia jamás lo pediría, porque quiero ser yo quién construya ese mismo éxito y no por un deseo injusto. Las amistades me valen dos que en realidad me quieran y ya los tengo y la familia, la familia es algo raro, es como la patria, no la escoges pero debes adaptarte a ellos.

Terminé mi speech visiblemente ajetreado. Sin embargo, por las noches me lamento y me digo que los deseos son inexistentes y que en un mundo tan vulgar como esto, las sincronías llenan su cupo con las ironías y jamás dejan espacio para las parejas ideales.

0 comentarios:

Publicar un comentario